La condición mítica de la era digital se está diluyendo sutilmente a medida que la digitalización se vuelve cada vez más cotidiana y omnipresente, integrándose en nuestra cultura, economía y prácticas sociales. La ciudad de la era postdigital ya ha incorporado la digitalización y responde creando condiciones de habitabilidad basadas en las experiencias humanas, el encuentro y el disfrute de la vida urbana; donde las avenidas, calles, plazoletas, retiros y vacancias ofrecen oportunidades únicas para el diseño y la creación de experiencias disfrutables que aportan valor a los proyectos urbanos.
Las ciudades tienen vocaciones de liderazgo que las llevan a expresarse más allá de sus límites geográficos. Generan identidades a nivel territorial e interactúan con otras ciudades y territorios. En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su tejido cultural, su energía emprendedora, su diversidad y su patrimonio arquitectónico, entre otros factores, la destacan y la convierten en uno de los atractores más importantes de Latinoamérica.
La ciudad presenta muchas oportunidades para el diseño y desarrollo de experiencias disfrutables, especialmente en su espacio público y en la relación entre éste y el espacio privado. En el concepto de una ciudad disfrutable, además de las plazas y los parques, existe al menos un espacio o calle de paseo en cada barrio.
Los espacios públicos y los vínculos entre éstos con espacios privados contienen importantes oportunidades para la creación de valor cuando son diseñados en función de las relaciones posibles entre las personas, promoviendo su encuentro e interacción.
Las avenidas, las calles, las plazoletas, los retiros y las vacancias generan oportunidades para el diseño y la creación de experiencias urbanas. Tanto desde el sector público como desde el privado y el público-privado, es posible generar valor a través de intervenciones en el espacio público orientadas al disfrute.
La mixtura de actividades pagas y gratuitas en el espacio público permite generalizar el acceso al disfrute de la ciudad promoviendo el encuentro y la diversidad de públicos.
La ciudad, como territorio de encuentro aporta profundidad al trabajo. Las transformaciones en los modos de producción necesitan de sistemas extendidos de formación. La infraestructura educativa de la ciudad y el espíritu emprendedor son valores estratégicos para la generación de nuevos empleos.
El desarrollo planificado de las ciudades puede evitar la competencia desmedida por sus visuales y respeta las intenciones preexistentes, buscando que los nuevos desarrollos agreguen valor a la ciudad existente.
El frente costero constituye un factor de identidad de la ciudad. Al orientar las intervenciones a la generación de experiencias urbanas de disfrute, aumentando su accesibilidad, visibilidad y gratuidad, se genera valor en el sitio con un importante grado de derrame para la ciudad.
El diseño de experiencias en el espacio público permite reconocer y actuar sobre el patrimonio hídrico de la ciudad. Además del frente costero del Río de la Plata y el Riachuelo, existen oportunidades para generar valor al repensar el vínculo de la ciudad construida con los arroyos.