Prólogo
por María Ortiz
Salir a pasear con mi padre, el arquitecto, o con el “Inglés Ortiz” (una combinación de nombres que
siempre me ha parecido curiosa, ya que no hay apellido más español para un hombre de madre inglesa)
era mucho más que tomar buenas fotos de edificios; era comprender las vicisitudes de la ciudad,
entender sus humores y crecer un poco cada fin de semana.
